El cliente realmente no sabe lo que quiere, en cambio, si le muestras una idea, podrá decirte si le interesa y su intención de pagar por esta.
Un producto mínimo viable (PMV) no necesariamente se trata de un producto, es más un proceso que permite validar predicciones sobre lo que se espera que ocurra. Estas predicciones se conocen como hipótesis de valor.
¿PARA QUÉ SIRVE UN MVP?
En contextos de alta incertidumbre usar métodos de trabajo predictivos no garantiza el cumplimiento de las estimaciones. Por la naturaleza misma de este entorno, son tantas las variables en juego que se da por hecho que estimaciones a largo plazo siempre fallarán, por lo tanto, construir productos sin ciclos cortos de validación aumenta la probabilidad de desperdicios.
La planeación como ejercicio para identificar y definir estrategias es positivo, pero aferrarse a esta a lo largo del tiempo dentro de un contexto complejo, no es muy recomendable.
El producto mínimo viable, permite que el primer ciclo de validación de la hipótesis de valor sea lo más corto posible. Este además de retornar un aprendizaje sobre la aceptación de la hipótesis en el mercado, muestra la intención de compra por parte de sus potenciales clientes. También puede mostrar lo que a estos les gustaría que tuviera como incrementos, marcando un camino a seguir con mayores posibilidades de éxito.